21 de septiembre de 2012

El rechazo


Una tarde diferente y con aspecto macabro y enajenado. Es el panorama dónde Pablo sólo dijo:


Dicen que no hay nada peor que la indiferencia, no obstante, he encontrado algo igualmente letal y proporcional de lo que ésta causa. Si, estoy hablando del “rechazo”. Qué palabra más extraña.
El amor y el odio no son antónimos también dicen. Y dicen que el antónimo del amor es la indiferencia.

El rechazo no necesariamente involucra indiferencia, el rechazo involucra momentos, instantes con acciones determinadas que… hacen sentir el vigor del rechazo de una persona. No conforme de un rechazo inicial, al día siguiente puede parecer que todo vuelve a la normalidad, con conductas divertidas y diversas, bromas espontáneas, etcétera. Hasta que llegan de nuevo esos instantes llenos de inconciencia y brutalidad que por parte de quién los emite son imperceptibles para él mismo.

Es una estado, una actitud, hecha sin maldad y sin conocimiento de lo qué,… de lo qué en realidad está causándose a la persona rechazada. Porque es más fácil recordar las cosas malas, que las cosas buenas que las personas hacen. Tú mismo, yo mismo… hemos rechazado a infinidad de personas y sin darnos cuenta, enserio. Porque son personas que, en realidad no son nada para nosotros, personas que están en la categoría de “no importantes”, vaya!... no hacen mayor diferencia en nuestras vidas. Son personas que no consideramos, que ignoramos, pero que sin embargo para esas personas nosotros no somos solamente un sonido más de la banda, sino que somos un solista dentro de una orquesta. Que somos una persona “importante” si no es que “muy importante" para ellos. Cosa que, no apreciamos.

El rechazo, es algo tan silencioso y callado… porque pertenece a la persona afectada, al humillado, al marginado por nosotros, al incomprendido, es la persona que no cuenta la historia; porque la historia la escriben los ganadores. El rechazo es un concepto desplazado por sí mismo.

El rechazo es cruel por sí solo, es un arma que no mata, mas si hiere. El rechazo es brutal, el rechazo es hacer y actuar desalmadamente sin caer en cuenta. El rechazo definitivamente no es bonito, pero, ya alguien debía de mencionarlo, de definirlo y hablarlo. El rechazado no tiene ganas de escribir, ni de leer. Solamente tiene ganas de actuar, de demostrar y hacer ver una imagen quizá falsa de sí mismo. Porque quiere que vean, quiere que lo vean, que no es algo “no importante”. Quiere que vean que puede sin la simpatía del que rechaza; un error por si mismo: porque busca la aprobación del asesino.

El rechazo no es bonito, no, no lo es.
Pero alguien ya tenía que escribir de él.
Hablar de él.
De él.


Y se fue.

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